másamor

nos han enseñado a la desconstrucción de la conquista, del romanticismo, de la primera mirada, gesto, del amor. En el just in time del aquí te pillo aquí te mato nos hemos olvidado de los cánones de conducta que marcan la diferencia entre la elegancia y la mediocridad. El amor entre un hombre y una mujer es algo tan sagrado para mikasweb que queremos de nuevo volver a sentir ese momento de cine en Orgullo y Prejuicio en el que Keira Knightley es ayudada a subir a su carruaje familiar con la dulzura del tacto de la mano de Matthew Macfadyen. Queremos recordar qué momento tuvimos en el que ese roce carnal nos hizo poner los pelos de punta y estirar todos los dedos de la mano para transmitirnos esa sensación de pasión por el otro. Queremos decir a la vorágine egoísta de la auto mirada constante que lo único que hay que hacer es buscar esa mano para acompañarla en el trayecto. Queremos amar más.

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Las Ocurrencias de Mark Crackup: El Fin del Mundo

¡Que bullicio hay allá afuera!

Estoy tratando de concentrarme en el noticiario de las diez, el cual no para incesantemente de repetir que es el fin del mundo, y el se encuentra bien… Creo que es retardado.

— ¿Qué haces viendo el video musical de R.E.M.?

—No sé a que te refieres, Camila —así se llama mi hija adolescente—. No me encuentro de ninguna forma en estado de movimiento ocular rápido. Ni siquiera estoy dormido.

— ¿Huh?

—R.E.M. o MOR en español: Sueño de movimiento ocular rápido…

—No entiendo a que te refieres. Me refiero al video en la televisión. Es el video de Bad Day del grupo de rock R.E.M.

— ¿Qué cosas dices? Hija, si que tienes una imaginación. Esas son las noticias de las 10.

— ¡Claro que no! Ese en la televisión es Michael Stripe. ¿No te hace extraño que estén cantando?

— ¿Por eso es un video musical? Tal vez el canal decidió atraer un público más joven, o ser diferentes a lo demás; y tuvieron la idea de cantarlas. Extraño, negativo. Más bien ingenioso.

— ¡Huh! Eres tan bruto, papá.

— ¡Oye niña! Cuida tú…

Inesperadamente un ladrillo rompe la ventana de la sala, y se escucha un lunático gritando: « ¡Es el fin del mundo! ¡Todos vamos a morir! ». Me enoje y salí fuera de la casa tras el mocoso irrespetuoso y posiblemente bastardo.

¡Dios mió! ¡Que horrible! El cielo se había tornado casi rojo, a varias distancias se veía humo y casas con carros estrellados contra varias de las casas del vecindario. Los vecinos parecían poseídos, corriendo como si fueran perseguidos por lo que supuse entes malignos e invisibles.

Mi vecino de al lado, Nigel Schdmit, estaba peleando con esos seres. Con un palo enorme de acero, agitaba y golpeaba el aire mientras vociferaba: «Es el fin del mundo; pero voy a estar bien».

— ¡Vecino! ¿Oye vecino? —lancé un silbido, que escuchó Nigel. Lucía casi igual al protagonista de esa serie de televisión: Breaking Bad.

— ¡Mark! ¡Corre, protégete, huye del fin! ¡Ha llegado el 2012!

¿2012? ¿Acaba de decir: «Ha llegado el 2012»? Esperen un minuto, estoy seguro que apenas estamos terminando el 2011. ¿Cómo rayos pudimos llegar tan rápido al 23 de diciembre del 2012?

— ¡Vecino! ¡Tranquilo! —Me acerqué cautamente hacia él, unas tres veces estuve a punto de ser noqueado por el tubo de acero, al final logre detener a Schdmit— ¡Calma! ¡Aún no hemos llegado al 2012!

— ¿Qué?

—Así mismo. Estamos en el 23, correcto, pero del 2011.

—Oh, vaya. Que vergonzoso…

—No te sientas mal. Por lo que veo, no eres el único mal equivocado.

Y de hecho, por el panorama, no lo era por ni asomo.

— ¿Tienes idea de cómo empezó todo esto?

—Sí. En el canal de noticias, mientras Brad Sleeven —el hombre que da las noticias a las 8— estaba por dar una Noticia de última hora, y ahí mismo pasa este video catastrófico anunciando el fin del mundo… Después varios enloquecieron, algunos hombres pasaron a decir que marcianos se acercaban a la tierra, la NASA dijo que el Sol se acercaba a la tierra… ¿Y sí, el fin del mundo se adelanto y no es en el 2012?

El argumento en ese entonces era muy acertado; pero Mark Crackup no es un hombre que se cree las cosas así tan fácil.

Era hora de una nueva investigación.

 

— ¡Es el fin del mundo!

— ¡Los aliens se acercan!

— ¡Arrepiéntase!

— ¡Extra! ¡Extra! Facebook ha quebrado, twitter va en camino y los Blackberrys han pasado de modas ¡Extra! ¡El fin es inevitable!

Mis ojos no paraban de ver alrededor. Era casi una replica del nuevo milenio, en el 2000, cuando se propago la noticia de que el mundo acabaría debido a que las maquinas nos matarían, algo por el estilo.

Mi estimado vecino Nigel Schdmit me seguía. Éramos una especie de Sherlock Holmes y Watson.

El panorama era desolador. Los jóvenes se entregaban en ese entonces de tal manera al sexo y las drogas semejante a la era de los hippies. Por otro lado, varias personas de ambos sexos y edades iban vestidas de indios bailando en círculos alrededor de una fogata que ardía en grande llamas a son de una versión oscura y pesada de América (Amerika por Rammstein); y no tan lejos un grupo de culto satánico, o uno de esos que les gusta vestir de togas largas y negras con capucha, frente a lo que parecía una mesa de sacrificios, levantaban cada segundo las manos como invocando y al son de otra canción oscura (Ich Will por Rammstein). En pocas palabras, nadie podía negar que todo se fuera acabar.

Pero una interrogante no me dejaba tranquilo: ¿Cuál fue el propulsor de todo? ¿Cómo en poco tiempo, toda la sociedad enloqueció, bueno, más de lo que ya estaba?

En mi mente, la voz de la conciencia o del espíritu de Verdad que reina en todos los buenos cristianos como yo, me decía que todo había comenzado en la cadena de televisión.

Y al final llegamos. DCE channel network. Modesto edificio para un enorme y más famoso canal del pueblo.

Cuando entramos, la diferencia entre afuera y dentro eran apenas unas pocas. Claro, las personas en DCE estaban enloquecidos, pero había algo… Lucían como si se hubiera producido una catástrofe, o…

—Parece que se ha producido una especie de error —comentó mi compañero.

¡Eso era! De repente, todo vino a mi cabeza.

—Señorita… —la joven recepcionista me miró con una mirada que mezclaba el pánico con la confusión.

—Lo siento, señor. No podemos ayudarle en estos momentos.

—Sí, puedo ver que se encuentran en un grave problema. Le molestaría decirme: ¿Qué exactamente ha pasado?

—Lo siento, señor. No puedo responderle a eso. No me es permitido.

— ¿No le es permitido, qué?

—Que accidentalmente al momento de dar unas noticias sumamente importantes de último momento, el canal puso el video de esa banda, ya sabe. REM. La de It’s the end of the World, but I still fine. Seguido fue a parar una noticia de una invasión de aliens, de esas de lunáticos que están fuera de si. Y desde ese momento, todo ha salido tan mal. ¡Y los de allá afuera no han hecho más que echar leña al fuego!

La chica parecía estar más que exasperada.

Salimos del lugar, sabiendo al menos la causa. Watson y yo nos pusimos a deducir el caso.

— ¿Entonces, lo que significa es que no es el fin del mundo?

—No, mí estimado Nigel. Ha sido un error humano. Un enorme e histórico error humano.

—Entonces, ¿No es el fin del mundo?

—En lo absoluto. Nomás la ignorancia e imperfecciones del hombre. Lo que sucede ahora es el resultado, el caos que ocurre cuando ambas cosas se unen. Era algo inevitable, se veía venir desde hace un buen tiempo.

—Sí, ahora que lo veo de ese modo tienes razón… Así que —miró a su alrededor— ¿Qué hacemos ahora?

—Pues creo que las aguas se calmaran. Sea el gobierno o la estación, se encargaran de aclarar todo. Y Dios quiera, todo regresará a la normalidad en poco tiempo. Mientras tanto lo mejor será velar por nuestras pertenencias, dormir y estar cautos con arma en mano, en el caso de que un desgraciado abuse de la situación y trate de robarnos.

De ese modo ambos caminamos de vuelta a nuestros respectivos hogares entre el desastre que se iba incrementando.

Ya en el pequeño patio, entrando a mi casa, Nigel me detuvo y preguntó:

—Oye, he visto como tratas a tu hija. No quiero ser grosero ni decirte como criar a tus hijos; pero ¿Por qué la tratas tan mal?

— ¿Mal? Incorrecto. Es más lo opuesto. Sé que a veces puedo ser sarcástico, pero a diferencia de otros de hoy en día en realidad quiero lo mejor para ella. No puedo dejar de verla a veces vistiéndose como una prostituta, degradándose a ella misma. Quiero decir, es comprensible que muchos jóvenes lo hagan hoy en día debido a la ausencia de los padres. Camile no tiene eso, por eso no me es comprensible porque lo hace… En fin, se puede decir que mi sarcasmo es más bien ironía. No trato de hacerle daño, más hacerle ver sus errores.

—Eres un buen hombre. Dios te bendiga y que descanses en paz vecino.

Asentí y entré.

Esa noche vi a mi hija y le di un abrazo como nunca antes.

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somosinclusivos

somos inclusivos. Seguimos a los protagonistas, a los que aman la creación de cultura. Seguimos y les preguntamos por su pasión, sus ilusiones, su amor, su cultura, sus momentos mikasweb. Sus miradas.

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muchoslibrosdeamor

Una de las últimas veces que estuve en Barcelona, muy cerca de la estación de Sants, paré a las puertas de una pequeña librería. Nada más entrar se notaba el olor a papel, la calidez de las miles de páginas y la sensación de tranquilidad de un espacio en el que el silencio es protagonista. Paré sobre todo por desidia e instinto y realmente no necesitaba comprar más libros. Solo buscaba pasar el rato y matar el tiempo hasta que mi tren saliera.  Sin embargo, le pregunté al encargado si podría recomendarme algún libro. Quedé prendada del escenario y de la conversación. Su voz era plácida, de tono suave y agradable y hablaba de un modo que hacía quedarte embelesada. 

Era el dueño de la tienda, un librero auténtico, un enamorado de los libros. Uno de esos pocos que casi ya no quedan. Pasamos de la actualidad de Auster y Murakami, intercambiando un buen número de anécdotas sobre libros y más libros y terminamos hablando de La tregua, de Mario Benedetti. Aquella novela que tantas veces leí y que ni el teatro ni el cine pudieron nunca retratar con fidelidad ni de lejos vislumbrar una similar emoción. Aún recuerdo el titular de la contraportada “Un hombre mediano, pero no mediocre, decide abrir, casi sin proponérselo, un paréntesis luminoso”.

La conversación derivó hacia las historias de amor, como no podía ser de ninguna otra manera, y de entre la inmensa pila de libros que se sucedían en una esquina, sacó al vuelo El cielo es azul, la tierra blanca. Una historia de amor de Hiromi Kawakami.  Le eché un vistazo rápido, me acordé del dicho “nunca juzgues un libro por la portada” y finalmente me convenció la crítica de  Figaro literaire:” Se lee como una guía para la felicidad”.

Me envolvió el libro en papel kraft, el precio y la fecha aún figura a lápiz en la portada y consta una anotación a modo de catalogación interna ininteligible. No sé si sabría volver a la librería ni su nombre o dirección.

Leí el libro con calma y con un cierto protocolo, yo diría que casi a la japonesa, imaginándome los paisajes y guardando las cadencias, buscando matices y descripciones, expresiones, descubriendo otra cultura y en definitiva, aprendiendo una forma diferente de contar una historia, que también es una gran historia de amor.

Hace unos días leía la noticia de que un bibliotecario con mucha constancia e iniciativa, Andrew Beccone, comenzó hace diez años a salvar de la hoguera y rescatando del cubo de la basura, libros con imágenes curiosas. Este proyecto inicialmente humilde lleva acumuladas más de 1.500 obras y responde al nombre The Reanimation Library, una institución singular con sede en Brookling y que estos días aterriza en el MOMA de Nueva York, convirtiéndose en actualidad gracias a una exposición.

Algo me ha hecho asociar la experiencia y acordarme de la anécdota, ya olvidada y revivir los pasajes de los libros al contarlo. La reanimación no afecta solamente a los volúmenes de la biblioteca. RCP significa reanimación cardiopulmonar. Es un procedimiento de emergencia para salvar vidas que se utiliza cuando la persona ha dejado de respirar o el corazón ha cesado de palpitar. 

Muchos libros, muchas vidas. Muchas historias de amor. Contémoslas. Palpitemos.

http://www.reanimationlibrary.org/ http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/17/actualidad/1329508489_054744.html

by Ruth Ardyla

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